Descripción
Guillermo Piquero sigue en esta publicación la estela temática de su anterior libro (Mitologia salvaje. Cauac, 2017) y nos invita a un nuevo recorrido por el paradigma aborigen europeo, tomando en esta ocasión como hilo conductor de su relato a al numen principal de la mitología vasca: Mari, una figura cargada se simbolismo que sirve para introducir muchas de las concepciones de estas culturas ancestrales.
La última mitología de Europa Occidental que aún mantiene al frente de su panteón a una deidad femenina, pervive precisamente en el área geográfica donde, en el Paleolítico Superior, se desarrolló la primera gran cultura simbólica de nuestro continente (dando el arte franco-cantábrico).
El legado mítico de esta cultura primigenia ha llegado hasta nuestros días a través de las pinturas rupestres de animales y las famosas estatuillas femeninas conocidas como “venus”, que encuentra su correlato simbólico en los atributos míticos de Mari, quién según la tradición habita en las cuevas, adoptando aspectos zoomorfos y sirviéndose de diversos númenes animales.
El mito de Mari expresa el simbolismo mítico de la Gran Diosa de las culturas matrísticas del Neolítico y de la Edad del Bronce. Y es en este periodo histórico donde se situaría su origen, según mucho investigadores.
Mari es una figura mítica que sobrevivió al influjo cultural de las mitologías patriarcales indoeuropeas que dominaron Europa después de su nacimiento.
Y además, más allá de su hipotética antigüedad y del simbolismo arquetípico de Mari, este libro indaga en un significado cosmológico más profundo, que hermana a la mitología vasca con la de otras culturas indígenas en otras zonas terrestres, que coinciden en la visión de que nuestro planeta (Ama Lur) es un ser vivo con consciencia propia (Mari).
Tal como podemos comprender el concepto simbólico de que el alma de una persona se encuentra en el interior de su cuerpo, los antiguos vascos creían que la dimensión espiritual de la naturaleza se hallaba bajo la corteza terrestre, en un inframundo uterino en el que se gestaba y regeneraba la vida que se materializaba en la superficie y con este mundo interactuaban mediante ritos y ceremonias sagradas.
A lo largo de las páginas de En el vientre de Mari vemos las características míticas de este mundo matricial subterráneo, su relación simbólica con espacios ceremoniales ancestrales de la antigua espiritualidad naturalista vasca (la cueva, el dolmen, el etxe, la montaña, el árbol,…).
Akerbeltz y Sugaar desempeñaron, Junto a Mari, un papel central en esta cosmovisión, y aunque todos ellos fueron demonizados por el imaginario mítico católico bajo las figuras del diablo y el dragón, su significado originario como símbolos del principio de fertilidad de la naturaleza, aún permanece vivo en la mitología vasca.
En el Vientre de Mari es una coedición de Cauac Editorial Nativa y Proyecto divulgativo Suarra